EL CHARANGO, PATRIMONIO DE LA
HUMANIDAD
¿Quién se puede atribuir la
paternidad del charango?
La respuesta es tremendamente
compleja, porque existe una falencia de
investigaciones que permitan avalar
fundamentadamente la pertenencia del
origen del charango a un espacio territorial
determinado. Y aunque las hubiera, siempre
quedará la duda. Es imposible determinar con
precisión en qué momento y lugar nace un
bien cultural, porque éste es el producto de
muchas variables que deben conjugarse para
que se produzca, especialmente los bienes
folklóricos, cuya característica de ser
anónimos y transmitidos´fundamentalmente por
la memoria colectiva, los hace más complicados de
investigar y determinar la historia de su
génesis.
Dentro de esta perspectiva,
el charango como muchos otros bienes
culturales es de origen post hispánico y
como tal una sumatoria de muchas influencias
y contribuciones que provienen de Europa y
América desde la colonia hasta nuestros
días, lo que nos dificulta sostener
con precisión dónde se generó el primer hálito de vida del
instrumento.
¿Porqué entonces, insistir
tanto en nacionalizar la propiedad del
charango?
¿Porqué no se reclamaron
estos derechos sobre la paternidad del
charango hace 50 o más años atrás?
Muy simple, el Diccionario de
la Real Academia definía el charango en
1899, 1927, 1956 y hasta 1970 como una
"bandurria pequeña de cinco cuerdas y
sonidos muy agudos, que usan los indios del
Perú". A esto debemos agregar que el
charango en Bolivia se asociaba a los
ambientes faranduleros más desprestigiados por
la sociedad.
"Charanguito compañero,
de muchas aventuras,
cuando entre los
borrachos
cantando te amanecías.
Tus dominios siempre
fueron
con preferencia cantinas
bares, boliches,
chicherías,
rincones de policía."
(Ernesto
Cavour, charanguista e investigador
boliviano)
Entonces es fácil comprender
porqué a nadie le interesaba
el charango, era
un producto marginal de la cultura.
El charango recién comienza a
posicionarse en el mapa cultural de la
América Andina a mediados del siglo XX con
el advenimiento de algunos solistas y
conjuntos musicales, que lo
dotaron de un carácter peculiar en cada
lugar que lo cultivaron, elevándolo en la
taxonomía valórica de cada país. Esto pasó
en Bolivia, Perú, Argentina y Chile, en
donde surgen algunos instrumentistas que como
precursores contribuyeron a colocar al
charango en el sitial de
privilegio que tiene
hoy día,
sin olvidar a los visionarios que en Europa,
específicamente en París, por allá por los convulcionados años 50, buscaron reivindicar a los pueblos
originarios de nuestro continente a través
del rescate de su música e instrumentos.
"… queremos dejar bien
sentado que las esencias estéticas del
folclore boliviano nada tienen que ver
con las farándulas de chichería o de las
habituales jaranas. Los elementos de
belleza que conforman la música
boliviana contienen en sí un mundo
jerárquico, una sustancia intemporal y
el genuino perfume que caracteriza a la
belleza pura, sin adulteraciones. Las
universidades, la radio y el teatro
serán los escenarios de nuestras
actuaciones”. Profetizaba el quenista
francés, Gilbert Favré en El Diario en
1966.
En nuestro tiempo la
presencia del charango se ha extendido
rápidamente por todas las latitudes, más aún
en los últimos 10 años con el advenimiento
de Internet. Y no fueron los pueblos que
reclaman hoy su paternidad los que de manera
exclusiva contribuyeron a su difusión.
Argentinos, chilenos, ecuatorianos y otros
latinoamericanos e incluso europeos hicieron
mucho por la difusión de la musica andina y
por extensión, del charango en el mundo. Ya no es patrimonio de un solo
pueblo. La música que en él se interpreta
dejó de ser "música de índios, de
borrachos, y su escenario, las chicherías". El charango
es hoy un instrumento musical cosmopolita,
respetado, reconocido en el mundo como un
bien cultural de la América Andina,
interpretado en los mejores escenarios y
con un repertorio que va desde
las piezas más ancestrales hasta las más sofísticadas de nuestro tiempo.
Charanguistas, los hay por todos lados, que
cultivan los repertorios más diversos,
solos, en grupos o compartiendo escenarios
con grandes orquestas, alcanzando el
charango una estatura que ni sus propios
"progenitores" imaginaron alguna vez.
Entonces ahora si, hay muchos
interesados en patentar con un decreto la
paternidad del charango. Hace 50 o 60 años
atrás lo hubieran reclamado y nadie hubiera
pronunciado una palabra.
El charango es de todos los
que lo tocamos, lo construimos, lo
escuchamos, lo amamos, lo difundimos y disfrutamos.
¿No sería entonces mejor
declararlo PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD?
¿Qué opinas? Envía tus
fundamentos al foro de los charangueros.
Héctor Soto
http://ar.groups.yahoo.com/group/charangueros