Nada más profundo, ni que toque más hondo la musicalidad andina, que el raro sonido del charango, resabio pintoresco de una copia americana de la guitarra hispana o de los laúdes que hicieron las delicias de las cortes europeas durante los siglos XVI y XVII, y que sin lugar a dudas trascendieron por estos lugares.

Pero si es raro el charango en su sonido, más raro es en su afinación  y más raro aún  en su construcción. Pensemos que este instrumento fue creado por manos que nada sabían de instrumentos musicales de cuerda. En él se imita la forma física de la guitarra: paleta y clavijero, mango y diapasón y tapa armónica acinturada. La sorpresa está en la caja armónica que no es de madera, sino de la caparazón de un animalito propio del tolar puneño, el quirquincho, muy apetecido también por los gastrónomos andinos.

Es esta caja armónica tan singular  la que permite dar al charango un carisma especial, a la vez de otorgarle un toque americano, para que nadie ponga en dudas el lugar de su creación. Después de saber esto, es cuando nos asalta la duda respecto de si este peculiar instrumento tuvo su idealización primitiva en la guitarra o en el laúd. Lo más seguro es que tenga algo de los dos. Lo confirma esto el hecho de que sus cuerdas estén afinadas en órdenes dobles a la manera de los laúdes medievales y que la caja de quirquincho semeje la abovedada del laúd juglaresco europeo.

Respecto de la edad de este instrumento, pareciera que no hay acuerdo. Algunos cronistas españoles parece lo vieron a principios del siglo XVII, sin embargo, Carlos Vega, el coloso investigador de la música folklórica americana, logró establecer como fecha de mayor antigüedad, 1814 en Tupiza, Bolivia. Agrega sí, que su origen debe buscarse en el siglo XVIII. Todo esto prueba algo que no admite discusión, el charango no es un instrumento prehispánico, sino de invención posterior a la llegada de los españoles.

El área de dispersión del charango, al igual que cualquier otra expresión de carácter cultural , no obedece a demarcaciones antojadizas ni a fronteras políticas. El charango ha permanecido vigente por siglos entre quechuas y aimaraes, los cuales habitaron y hoy siguen haciéndolo sus descendientes en regiones que se encuentran parceladas por distintas nacionalidades: Perú, Bolivia, Argentina y Chile fundamentalmente y que conservan usos, costumbres, tradiciones comunes, pese a estar separados por fronteras que sólo tienen validez en los mapas.
 


Instrumento maravilloso, es el charango, humilde y sencillo como el indio mismo que le dio vida. Rasguidos dulces, con los que llegan a nuestra imaginación, la savia andina, la implacable puna, el pastor de los valles perdidos, calor nocturno de llaretas encendidas por la luna, bailecitos, trotes, huaynos, rasguido dulce que nos lleva a sentir al charango como nuestro hijo más pequeño…

Comentario de Héctor Soto aparecido en la carátula de su Disco
"Charango" Volumen 1 en 1971

 

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