CUALIDADES DE UN BUEN CHARANGO
Qué considerar al
momento de querer comprar
un charango.
En esta página encontrarás
algunas sugerencias personales, que sería bueno considerar cuando optes
por dedicarte en serio a estudiar este maravilloso instrumento musical
y tengas que decidir qué comprar. El leguaje utilizado es
fundamentalmente didáctico, exento de tecnicismos que más pudieran
contribuir a confundir que ha esclarecer el propósito de este
comentario.
Héctor Soto
Un buen instrumento,
es el mejor punto de partida para poder vencer las primeras dificultades
que encontrará el aprendiz que se inicia en el estudio serio del
charango.
Muchos charangos constituyen hermosos ejemplares hechos para
comercializarlos como “souvenir” entre los turistas, y en muchas
ocasiones sus características técnicas ofrecen muy pocas garantías
desde el punto de vista de su resultado musical. Un buen charango debe
ser sonoro, estar bien entrastado (entrastadura bien alineada y sus
casillas perfectamente dimensionadas) con barras metálicas de bronce o
alpaca (trastes) , con un total de 15 a 17
o 18
trastes, que se ubican en el
diapasón (tableta
superior del mango), el cual se elabora en maderas generalmente duras,
para evitar que la presión de los dedos de la mano
izquierda sobre las cuerdas desgasten su superficie.
Los más exigentes prefieren el diapasón de ébano o jacarandá.
La entrastadura, las
barritas de metal que atraviesan el diapasón, deben estar perfectamente
alineadas. Es esta sin duda una pieza fundamental para determinar la
calidad de un charango. Un charango mal entrastado no le sirve a un
charanguista. La entrastadura determina la afinación de un charango. Si
el instrumento está mal entrastado indefectiblemente
sonará desafinado. Lleve un diapasón digital y
verifique la afinación de las cuerdas en cada una de
las casillas (espacio que hay entre un traste y el
siguiente)
Verifique, si es posible, con una regla colocada paralela y
encima del diapasón que todos los trastes estén a la misma altura. Luego
observe que todos los trastes estén paralelos entre sí. Si encuentra un
sólo traste no paralelo a los otros, deséchelo.
Las cuerdas en reposo deben estar casi paralelas al diapasón y al
pulsarlas deben emitir un sonido claro, ausente de “trasteos” (sonido
sucio provocado por el roce de las cuerdas con otros trastes).
Cuando la
distancia entre las cuerdas y la superficie del diapasón es muy
significativa , el charango se torna duro para su digitación y por lo
tanto se ensucia su sonido. Generalmente cuando ocurre esto el charango se presenta
arqueado, situación que es muy difícil corregir.
El
metal de que están hechos los trastes no tiene gran
importancia, los hay de bronce, alpaca e incluso de
plata. Los de bronce se gastan con mayor rapidez,
pero igual duran mucho tiempo.
La madera de la tapa, y en general de todo el instrumento debe estar
sana y seca, libre de resquebrajaduras y rastros de pegaduras. Son
preferibles las tapas elaboradas en madera de pino oregón, abeto alemán
o blanco, de una sola pieza y no ensambladas. El barnizado debe ser
natural de tal forma que conserve el color claro original de la madera
con una delgada capa de lustre. Lo ideal es que la tapa no sea barnizada
al duco (con pistola) porque la capa de barniz es muy gruesa y se resiente
la sonoridad del instrumento.
Respecto de la boca del
instrumento, yo la prefiero circular y no con forma de mariposa. Este
último tipo de boca fue diseñada para dar más firmeza al charango y
evitar que se arqueara, sin embargo se resiente mucho la sonoridad. En
general tienen un sonido muy duro.
El clavijero da los mejores resultados cuando es metálico, puesto que
permite conservar de manera más permanente la afinación y altura de las
cuerdas.
Si embargo las clavijas de madera tienen el encanto de lo
tradicional, y aunque es muy inestable la afinación, el peso del
clavijero se reduce sustancialmente, lo que da mayor equilibrio al
instrumento en el momento de aprisionarlo contra el pecho o sostenerlo
con un colgador. Los clavijeros de metal son pesados, muchas veces la
pieza más pesada del charango. Para disminuir el peso se elaboran
de alumnio, pero son de muy poca durabilidad.
Las cuerdas que mejor resultado proporcionan son las de
nylon. Algunas marcas han logrado un alto grado de perfección, lo
que se manifiesta en su buena calibración, sonoridad y duración. Las
cuerdas de piolín plástico de pescar, que se usaron mientras no hubo
cuerdas de marca, definitivamente no sirven. Es
conveniente que la tercera cuerda grave (mi) sea entorchada, con esto se
obtiene una mejor tensión, calibración y mayor sonoridad y una
acentuación de los sonidos graves. Otras
cuerdas que ganan en calibración y sonoridad usándolas entorchadas son
las quintas (sol).
Respecto
de la caja de instrumento, está comprobado que los charangos con caja de
madera son más sonoros, cuando están bien construidos, que los de
quirquincho. No influye mayormente en su sonido el hecho que sean
tallados. Gracias a esto algunos charangos son verdaderas obras de arte.
Existe una gran diversidad en la elección de las maderas empleadas para
construirla, entre las más comunes, el naranjillo, jarka, tarco, algarrobo,
etc. y para los
más exigentes el cedro o el jacarandá.
El uso del quirquincho,
armadillo o mulita para construir la caja del charango ya es cosa del
pasado. La caja hecha de esta manera, por la naturaleza estriada de la
caparazón del quirquincho, tiende con el tiempo y la tensión de las
cuerdas a ceder, por lo cual el instrumento se arquea con facilidad. Por
otra parte, sacrificar la vida de un animal para convertirlo en charango
puede resultar muy poético para algunos, pero es un atentado en contra
de la madre naturaleza.
No recomiendo comprar charangos de
quirquincho. Los luthiers han logrado un alto grado de perfección en la construcción de charangos con caja de madera y no se justifica en nuestros tiempos recurrir a una práctica que probablemente en tiempos de nuestros abuelos tuvo alguna justificación. Hacerlo hoy es un crimen.
No compre charangos de quirquincho. Los quirquinchos se lo agradecerán y madre natura también...
Al adquirir un charango para un uso profesional es preferible
buscar un instrumento que proceda de aquellos
luthiers de reconocido prestigio. Los mejores charangos se construyen en
Bolivia, en donde existen familias que se han dedicado a este arte por varias
generaciones. También los hay buenos en Chile y Argentina.
Ah! ojo con el
precio. No siempre detrás de un charango caro hay un buen charango. No siempre
detrás de charangos construidos con materiales muy rebuscados hay un buen
charango. Cada charango es una pieza única, por lo cual su calidad depende mucho
de la inspiración, del cuidado, y de la forma como fue trabajado por el luthier
en un momento determinado. Un mismo luthier puede hacer un excelente instrumento
y luego bajar su calidad en el siguiente. El prestigio de los luthiers está muy
vinculado a la regularidad de sus producciones. Por esta razón, al momento de
querer comprar un charango, es preferible elegirlo uno mismo, o hacerse asesorar
por una persona que tenga alguna experiencia. Se hace indispensable escucharlo,
sentirlo entre nuestras manos, pulsarlo y sentirnos cómodos con él, sin olvidar
que el instrumento que estamos eligiendo es para provocar el gozo de nosotros
mismos y el de las personas que nos escuchan.
Héctor Soto
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